Un tema ineludible sobre ciencia y actualidad en México es el revuelo que se ha causado con los fideicomisos. Antes de nada, si alguien no tiene claro del todo qué es un fideicomiso, desde aquí le recordamos que es un contrato en virtud del cual una o más personas transmiten bienes, cantidades de dinero o derechos de su propiedad a otra (fiduciaria, que puede ser una persona física o jurídica) para que esta administre o invierta los bienes en beneficio propio o en beneficio de un tercero y se transmita su propiedad al cumplimiento de un plazo o condición.
José Antonio Aguilar, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), es precisamente uno de los 26 Centros Públicos de Investigación de México, cuyos fideicomisos de ciencia y tecnología forman parte de los que la Cámara de Diputados, por mandato Presidencial, vota por desaparecer. “Una de las ocasiones en la vida de México en donde el poder ha ignorado de manera flagrante, sin argumento, todas las razones que se han expuesto, los argumentos y la evidencia, para que esta barbaridad no se cometa. Cuando el poder se ejercita divorciado de la razón, es gravísimo para la vida del país. El impacto que tiene la eliminación de los Fideicomisos es muy grande, y varía en los Centros Públicos de Investigación. Para algunos es catastrófico, sobre todo para los que dependen de los fideicomisos para la compra y mantenimiento de máquinas y equipo de laboratorio; para otros Centros el impacto es muy grave, los lesiona, les impide realizar sus labores de investigación y docencia como lo venían haciendo”, lamenta el investigador.
Impacto en el CIDE. ¿Una estrategia ideada en contra de la ciencia?
Aguilar asegura que en su propio centro el fideicomiso de ciencia y tecnología ha servido para financiar proyectos de largo aliento, multianuales, para adquirir material de bibliotecas, suscripciones a revistas, pagar asistentes de investigación, proveer a alumnos con becas, complementar la labor de docencia o pagar incentivos a la publicación, que es parte del componente salarial del cuerpo docente. Además del fideicomiso de ciencia y tecnología, el CIDE cuenta con otro que es patrimonial, creado para completar el retiro de los investigadores. Ambos están bajo alarma tras este cambio legal.
José Antonio Aguilar asegura que todo forma parte de una estrategia para desmantelar la infraestructura material y legal del sistema establecido de ciencia y tecnología en México. El investigador también cuestiona la decisión de la forma de cómo los recursos se entregarán a partir de ahora. “Esta es una estrategia para centralizar y hacer discrecional el manejo de los recursos para la ciencia en México. En lugar de tener descentralizado eso, y dar a las comunidades científicas la posibilidad de asignar esos recursos, ahora hay un criterio de corto plazo, político y crecientemente ideológico. Es una desgracia para la gestión de la ciencia en México”.
El investigador piensa que además es un error ver esto como un tema de recursos o de becas para los científicos e investigadores: “No hay una beca de nada en el pagar la luz o el microscopio óptico, no; estas son funciones de investigación, de docencia, de divulgación de la ciencia. Para eso sirven los fideicomisos, no son dineros que vayan a los investigadores de manera directa. Los fideicomisos sirven para funciones no personales, como el mantenimiento de un equipo de investigación; eso no se puede hacer de otra manera. Si en el Presupuesto de 2021 no viene el dinero para pagar la luz de los equipos, entonces los equipos se van a tener que apagar, vender o se van a echar a perder; eso es lo que no pasaba con los fideicomisos. Se está enmascarando el desmantelamiento de la estructura científica del país. Es el retroceso civilizacional más grande que hemos visto en 60 años”.
Una lucha comienza
José Antonio insiste en que continuarán alzando la voz ante los diputados: “La voz es lo único que tenemos en esta comunidad para enfrentarnos al poder desnudo, desprovisto de razones, el poder político que sólo tiene el uso coercitivo de la violencia. Estamos protestando, exponiendo los argumentos ante la opinión pública, tratando de concitar el mayor apoyo posible, pero no sabemos si esto será suficiente para impedir este golpe brutal a la ciencia en México. Queremos que quede constancia de que la comunidad científica en México no estuvo omisa ni indolente frente a este atentado. Dejamos constancia de nuestra oposición a este retroceso civilizacional en la vida del país. Esto lo van a sentir generaciones de mexicanos, lo poco y bueno que se había construido en décadas se ha cegado en minutos por un grupo irresponsable, un contingente de legisladores incapaces de comprender la importancia que tiene para el país la ciencia”.